La importancia de entender las reacciones al tiro en el cobro de los corzos
Aunque parezca mentira, un buen cobro empieza siempre justo en el momento en que el corzo recibe el tiro, ni antes ni después. Poco importa de donde venga hasta estar a tiro, así que para su cobro, la verdad empieza en el momento del impacto.
Rafael Centenera
Todos los que nos dedicamos a rastrear con nuestro perro, somos conscientes de lo importante que es conocer el lugar del anchus puesto que es ahí donde pondremos al perro para que se empape de la emanación de la res que queremos cobrar. Eso implica que el cazador debe poner especial interés en marcar el lugar en el que se encontraba el animal en el momento del impacto, cosa que por desgracia no suele ser lo habitual.
Pero eso es solo el primer paso. Antes de rastrear nos vendría a todos muy bien saber dónde le ha pegado el cazador o donde le hemos pegado nosotros mismos si es el caso. Esa información nos va a preparar para el rastro que deberemos emprender y tener una cierta idea de la dificultad del mismo. De eso va este artículo, de saber por la reacción del animal dónde ha recibido el disparo. Y nos vamos a concentrar en el corzo, porque además de ser su momento es uno de los que más nos engaña con sus reacciones.
El impacto de una bala en un corzo es un evento de tipo catastrófico para el animal. En primer lugar, se produce tras un estampido que es oído por el animal y que le previene y alerta al tiempo que le impacta la bala. Eso dispara toda su adrenalina y lo prepara para la huida. Lo endurece, se podría decir. En segundo lugar, la deformación de la bala le impele un impacto que puede incluso derribarlo, y sobre todo produce una onda expansiva de tipo hidrodinámico que si toca vaso sanguíneo puede extenderse por todo el cuerpo.
Estos dos efectos hacen que casi todos los corzos que son impactados tengan una reacción evidente para el ojo del que sepa mirar un poco. En toda mi vida como cazador de corzos, no he visto un solo corzo tocado que no haya reaccionado al tiro. Todos han mostrado claramente que la bala les había impactado. A veces es solo una carrera explosiva que muchos confunden con un fallo.
Empezando por el principio, hay que decir que ese impacto en el cuerpo del corzo produce un sonido que en muchas ocasiones podemos oír a distancia. Además, cuando estamos muy acostumbrados a prestarle atención, podemos incluso llegar a diferenciar la zona en la que ha pegado tan solo con ese sonido que nos regresa: en la panza suena como un “pafff”, en la cadera o en el pecho es un sonido más fuerte tipo “taapppp” y si rompe una pata el ruido de la rotura del hueso se puede incluso diferenciar al ser más tipo “chask”. Insisto en que los años de experiencia ayudan mucho a distinguir esos sonidos aunque parezca ciencia ficción. Por desgracia, cuanto más cazamos menos oímos.
Dependiendo de dónde impacte esa bala, el animal tiene una reacción distinta que nos permite saber de ante mano dónde hemos hecho blanco. Veamos esas reacciones en función del punto de impacto:
Cuello: si la bala parte el hueso del cuello, el animal va a caer a plomo y poco rastro tendremos. Por el contrario, si apuntamos al cuello y el animal no se queda en el sitio podemos olvidarnos de su cobro en no pocas ocasiones ya que lo normal es que no hayamos tocado las venas ni las arterias, puesto que a esa distancia de la cabeza lo habrían derribado por shock hidrodinámico. Tirar al cuello es siempre arriesgado y si sale corriendo mala señal.
Pecho en la zona de la caja torácica vital: lo normal es que una bala que impacta en esta zona tenga dos tipos distintos de reacción. El primero sería dar un brinco y a continuación salir en loca carrera si la bala no ha roto huesos. Otras veces, el animal se arruga y sale más lento, en ese caso es muy posible que la bala haya pegado en el corazón. A veces, la bala lo derriba y lo pone patas arriba pero se incorpora de nuevo y sale como si no se hubiera tocado. En general son tiros bien puestos que deberían llevarnos a cobrarlo a pocos metros.
Espinazo o columna vertebral: el impacto en el espinazo es uno de los más espectaculares porque el animal se desploma literalmente sobre sus pasos. Caen como un fardo. Lo malo es que ese disparo, si no toca la columna y solo impacta en las apófisis de las vértebras, no es mortal y el animal se recupera en unos segundos del shock y se marcha muy entero. Es lo que se denomina un calentón de agujas y nos llevará a un cobro largo en el que deberemos rematar al corzo con total seguridad. Si nos dicen que ha caído como un saco y que cuando han llegado no estaba el corzo, malo.
Hígado: los tiros en la parte de transición entre la caja torácica y la panza suelen ser tiros que nos van a dar una reacción de arrugamiento del animal y posterior huida a poca velocidad. Han tocado hígado y eso produce mucha sangre que no siempre asoma, pero que mata muy rápido.
Panza: es el tiro que menos reacción produce en el corzo, a lo sumo un leve arrugamiento y una posterior carrera enérgica. El animal está entero con todas sus facultades y si no se le deja enfriar son de esos cobros que se vuelven imposibles. El sonido de la bala al impactar es muy fuerte y característico y si tiene salida veremos ese verdín propio del contenido estomacal.
Riñones: los impactos altos en la parte de la panza que no tocan columna suelen romper los riñones y sentar al animal que en un segundo se recupera y se marcha arrugado pero sin fuerza. Dado el tamaño de los vasos sanguíneos que recorren esa zona, el shock hidrodinámico es muy fuerte y afecta a todo el animal atontándolo.
Cadera: los tiros de cadera dejan sentado al animal. Si rompe completamente la cadera no andará mucho, pero si solo parte una mitad, es posible que se reincorpore y se pierda renqueando en la espesura. No irá muy lejos porque esas heridas sangran mucho.
Manos: la rotura de una mano suele ir acompañada de un brinco o de la perdida de sustentación momentánea, que en ambos casos va seguida de una carrera con el resto de las patas y que será muy larga y de difícil cobro incluso con el mejor perro. No vale de nada dejar que se enfríe porque el animal está enterito y con mucha capacidad locomotora y ese día no piensa morirse por mucho que le dejemos tranquilo.
Patas o jamón: cuando impactamos en una pata o en el jamón, la reacción suele ser una coz y posterior huida o bien pérdida de sustentación y recuperación rápida para emprender la huida. Si solo pincha el jamón sin tocar hueso, nos vamos a encontrar con mucha sangre pero con un corzo entero que podrá dar mucha guerra en su cobro. Por el contrario, si rompe hueso, la locomoción se verá muy reducida y será más sencillo.
Pecho en tiro frontal: suele producir un brinco del animal que va seguido de una carrera o bien un desfonde y subsiguiente recuperación si no ha roto órganos vitales.
Lo cierto es que conocer más o menos dónde hemos hecho blanco o interpretar dónde han hecho blanco otros mediante la correspondiente encuesta de la reacción al tiro nos va a ayudar a tener una ligera idea de que tipo de rastro tenemos delante. Y digo “ligera” porque no hay nadie que nos prepare para lo que son capaces de hacer estos bichos.
Esta primavera disparé a un corzo viejo a unos 170 metros que estaba de tres cuartos delantero en medio de una siembra. Al tiro brinca y se cae, para recuperarse enseguida y trastabillando llegar como puede al borde de la siembra con claros signos de tener una pata rota y bien tocado. Mi primera impresión es que estaba en el matorral del borde de la siembra donde lo vi meterse a duras penas y sin darme tiempo a un segundo tiro.
Al final el rastro fue de 400 metros a un corzo con una mano y la pata contraria rotas completamente y con un ligero rasponazo en la panza entre ambas extremidades. Con tan solo dos patas operativas fue capaz de salir de la siembra, recorrer 150 metros en terreno llano y otros 250 en la ladera de monte dejándose caer por el arroyo seco. Y daba la impresión de estar muerto allí mismo. Ja y ja y ja, son duros de narices y por ello toda la información que tengamos de antemano nos ayudará un poquito a saber qué nos vamos a encontrar. Quizás sea esa incertidumbre, unida a la sensación de estar haciendo algo bueno, la que hace tan bello el cobro con perro de rastro.
Rafael Centenera
Socio de Aepes
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