Primeros pasos en el rastreo con perro
Soy Abdón Cabeza de Vaca Molina, socio de A.E.P.E.S (Asociación Española del Perro de Sangre). Me inicié en esto del rastreo hace algunos años de la mano de los amigos Carlos Cayuela y Javier Bielsa, que fueron mis maestros en este difícil arte del rastreo.
Pero vayamos al grano; en esta ocasión intentaré trasmitir algunos de mis conocimientos, adquiridos con la experiencia de los años. Lo primero que tendremos que hacer es elegir la raza de perro con el que trabajar, si bien esta decisión puede ser un mundo.
El perro
Las razas que más se usan son los sabuesos de baviera y los teckels, pero cualquier perro con cualidades puede ser apto. En mi caso siempre rastreé con alanos, con buenos resultados, con lo cual nos daremos cuenta de que no son las razas, sino los individuos, los que nos darán la posibilidad de tener un gran rastreador, tras un entrenamiento adecuado.
Los perros de rastreo, sí han de tener algunas características básicas en su carácter, como son: Seguridad en sí mismo, codicia, valor, resistencia (pues muchos rastreos se pueden complicar y llegar a varios km en su desarrollo, y recordar que el trabajo de búsqueda cansa mucho a un perro, por la concentración que requiere), equilibrio psicológico, afición por cazar, nariz y ser listos, ya que hay perros con menos nariz pero que tienen más recursos a la hora de resolver un rastro, y suplen esa falta de nariz con ser listos.
De nada nos valdrá un perro con mucha nariz, pero sin afición, sin ser trabajador, o que sea desequilibrado.
Enseñanza
Los inicios del entrenamiento los realizaremos desde muy temprana edad, pues el que tenga contacto con los olores y tacto de la piel será muy positivo, que sea un juego para el cachorro el tener que buscar ese objeto.
Jugaremos con la piel como si de una pelota se tratase, la arrastraremos para que la persiga y le dejaremos obtener su juguete y morderlo, con esto despertamos los instintos de depredación, ya que al final lo que buscamos es precisamente eso, el seguir una pieza herida que ha de cazar el perro.
Paralelamente a estas enseñanzas irán las de entrenamiento básico que, como bien dice su nombre, será básico para cualquier perro. Órdenes como quieto, junto, no, ven etc.… nos ayudarán mucho a la hora de trabajar en el campo con el perro.
La sociabilización y el campeo son fundamentales para poder tener un perro acostumbrado a todos los sitos y olores, que se pueda encontrar en el rastro, no desviando su atención del olor marcado y, a la vez, con esta sociabilización obtendremos un perro más seguro de sí mismo.
Una vez el cachorro sepa el mecanismo del juego, es decir, buscar ese olor, seguirlo y tener su recompensa, empezaremos a alargar los metros, a realizar algunos ángulos y a espaciar el tiempo que pase desde el arrastre de la piel hasta el comienzo del trabajo de buscarla.
Después iremos metiendo sangre (que puede ser de cardo) a esa piel y el perro se empezará a acostumbrar a ese olor nuevo, y lo relacionaré con la piel, que es el que conoce.
Durante el periodo de entrenamiento iremos alargando cada vez más, y espaciando tiempo, los metros en los recorridos de entrenamiento. No es necesario pasar de 500-700m, ya que un perro que sea bueno seguirá esa distancia o la que sea. Más importante serán las horas de antigüedad, que son las que realmente ponen a prueba la nariz de nuestro compañero canino.
Una vez estemos solo con la sangre, y el perro relacione perfectamente ese olor con el premio, pasaremos a meter la pezuña, la cual dejará un olor diferente a la sangre, pero como anteriormente hicimos con la piel, el perro asociará ese olor a la sangre y será el que busque también.
Lo más importante es mostrar el olor que tiene que seguir, y solo seguirá ese, esto es fundamental, pues en el campo hay otros rastros que pueden cortar el que tenemos que seguir, y el perro ha de ser capaz de diferenciar y discriminar los olores que no son del que seguimos.
La idea es llegar a realizar entrenamientos solo con la pezuña, ya que es precisamente el olor que siempre dejará un animal, ya que la sangre no siempre será la que marque el terreno, pues hay muchas veces que los animales no dan sangre o dejan de darla. Solo con el trabajo bien realizado, y siendo constantes y con mucha dedicación, obtendremos los resultados positivos.
El equipo de rastreo
Todo rastreador y todo perro de rastro tendrá un equipo básico con el que trabajar. En el caso del perro, un collar ancho y cómodo, con quitavueltas, con o sin campanilla. Este collar solo lo usaremos cuando rastreamos, bien de entrenamiento o bien en reales, de tal manera que siempre al usar este elemento el perro sabe cuál es la misión: rastrear.
Tendrá que estar ligeramente flojo, que entre y salga sin desabrochar. La traílla, que es una correa de 10 m, normalmente de 6 mm de gruesa, redonda y de colores llamativos, también con quitavueltas, será el vínculo de unión entre nosotros y el perro. Es importante saber
usarla y llevarla, para evitar en la medida de lo posible los enganches con las matas, ya que paran en seco al perro, y pueden hacer estos tirones que el perro se pare y deje de rastrear.
Un GPS, si vemos que tendremos que soltar al perro, es, en estos casos, la mejor herramienta para localizar a nuestro compañero. Asimismo, es útil un chaleco de protección, ya que hay veces que, pisteando un jabalí, nos podemos encontrar con el animal vivo y puede herir, e incluso matar, a nuestro perro. En mi caso siempre rastreo con el chaleco, y ya son varias veces las que he librado de heridas a mi perro por este elemento de protección.
El equipo del rastreador será mínimo:
•Guantes, gorra, mochila, botas cómodas y pantalones resistentes, a poder ser de colores de alta visibilidad.
•Otras cosas necesarias son una linterna, pues se puede alargar el rastro, y regresar de noche, más en invierno.
•Agua, fundamental en verano.
•Equipo de primeros auxilios, ya que alguna vez se puede herir nuestro perro, durante la acción de búsqueda.
•Cuchillo, para rematar o cualquier cosa.
•Cinta para marcar (la mejor es la biodegradable), nos servirá para dejar una marca en los indicios que encontremos, por si nos perdemos o se pierde el perro rastreando y hay que acudir al último punto.
•Polainas, sobre todo en verano evitarán que nos llenemos de espigas.
•Papel higiénico
•Frontal con pilas.
•Arma de remate, muy importante que sea cal contundente, corta y manejable, una escopeta con bala hace muy bien esa función.
•Todo este equipo y lo que se nos ocurra, lo llevaremos en la mochila, que será cómoda y lo más ligera posible.
Actitudes del cazador frente a un rastreo
Indicar bien el tiro y los indicios (sangre, huesos, pelo, etc…) encontrados.
Explicar, a ser posible, la reacción del animal al tiro, el calibre usado y la bala, esto nos ayudará a enfocar el pisteo.
No pisotear los posibles indicios, ni la zona, es fundamental, pues esparciremos los olores por muchos sitios. En este sentido, podemos imaginar que si pisamos sangre o grasa y nos vamos al coche o andamos por la zona, iremos dejando esos olores por todas partes, con la consecuente dificultad añadida para el perro.
No tardar en dar el aviso al equipo de rastreo, para así tener más posibilidades de éxito (los perros acreditados por AEPES, están cualificados para pasar rastros de 24 h de antigüedad)
No meter otros perros que no sepan.
Los resultados
Tras todo este entrenamiento, salidas al campo etc.…, llega el momento de rastrear de verdad. Tras el aviso recibido por WhatsApp, o por llamada, nos ponemos en marcha hacia el lugar donde tenemos el rastro. Tras preparar todo, nos vamos a reconocer los indicios y es el momento de examinar el terreno y ver a lo que nos enfrentamos.
El caso que voy a narrar es un caso real que me ocurrió a mí, esta vez sobre un jabalí tirado de aguardo.
Un día de verano, quedamos un par de amigos para ir de espera en distintas zonas del coto. Esta vez yo decido acompañar a uno de ellos, y el otro se puso solo. Una vez decididos los sitios, cada uno ocupa su puesto. En esta ocasión, no viene en el coche, como siempre, mi perro de rastreo, esta vez era brujo mi alano español, ya que por el calor prefiero no exponer al perro a que le pueda pasar algo.
El aguardo trascurrió con normalidad, y demasiada tranquilidad en el caso de nuestro puesto, pero al pasar las horas escuchamos un tiro, del otro compañero, a un cochino ya entrada la noche. En este caso el calibre era el de un 270 con balas de 150 grains core lock. La reacción del animal fue encogerse al tiro y huir, por lo que se perdió en el monte, sin dar opción a repetir el disparo.
Una vez nos quitamos del puesto, comentamos el lance. Sacamos conclusiones, ya que el cazador no vio sangre en el tiro (cosa que puede ser normal, ya que no dan sangre justo en ese sitio y sí más adelante), pero como este amigo sabía cómo actuar en estos casos, decidió no pisotear y marcar el lugar del tiro y el de la huida del cochino, para así no contaminar la pista.
Una vez que nos dio más datos, empezamos a pensar que el tiro era casi seguro en trasero de tripas, pero como no podemos asegurar, decidimos regresar al día siguiente.
Quedamos temprano y, esta vez sí, Brujo, será el protagonista a la hora de buscar el jabalí. Acudimos al lugar en el cual se produjo el lance, investigamos y vimos la huella del “arreón”, pero nada más, y un poco más adelante una gota de sangre.
Fuimos a por Brujo y le pusimos su collar de rastreo y la cencerra. Lo siento, doy la orden de quieto y le indico donde ha de empezar. A la orden, que es siempre la misma, se pone a analizar y memorizar los olores indicados, y empezamos el pisteo.
Él nos marca la sangre y seguimos, de repente más sangre en las jaras y a media altura, no es mucha la cantidad, pero sabemos que vamos bien. Seguimos al perro y empieza a registrar una jara de arriba abajo, observamos más despacio y encontramos trozos de grasa y tripa. Efectivamente lleva el tiro donde pensábamos, estos tiros nos pueden complicar la búsqueda, ya que se taponan con la sangre o tripas y dejan de sangrar, como efectivamente nos ocurrió esta vez.
Pero bueno, seguimos buscando hasta llegar a un acero, donde dejamos de ver sangre y rastros, tan solo intuimos las huellas, que pueden ser del mismo animal.
Decido soltar al perro y trabajarlo en búsqueda libre. Este perro tenía muchos recursos, y al darse cuenta que no había sangre, se vuelve para atrás, y comienza de nuevo a buscar sobre las ultimas gotas de sangre, y otra vez llega al mismo sitio, con lo cual el perro confirmó que esa era la dirección a seguir, y empezó a cortar en el otro lado del acero para encontrar el sitio de entrada, localizándolo y apoyándose con el aire a su favor. Como si de un perro de pluma se tratase, empezó a acelerar entre las jaras, para luego volver a pegar la nariz al suelo, y perdiéndose en la espesura del jaral, al rato empezamos a escuchar llamar a parado (acción que se les enseña a los perros, y nos facilita el poder localizar la pieza), tardamos en llegar al sitio, pero Brujo no dejó de ladrar a muerto. Cuando llegamos al sitio, nos encontramos al jabalí muerto y el perro sentado junto a la pieza.
Tras observar el tiro analizamos el rastro y lo que nos fuimos encontrando y, efectivamente, era un tiro de tripa que se taponó por grasa y alguna tripa, dejando de sangrar, pero dejando olor en las jaras; por eso Brujo analizaba y olía las mismas, de arriba abajo.
Fue un rastreo muy entretenido e interesante. Para aprender de todas estas experiencias se sacan conclusiones, para cuando nos enfrentemos a otro reto poder interpretarlo mejor. Desde la asociación española de perros de sangre, AEPES, quiero recalcar que lo que nos mueve a realizar esta labor, tan difícil y necesaria, es la ética de no dejar animales en el monte y evitar sufrimientos a ese animal que cazamos.
El éxito será más elevado a medida que nuestro perro tenga más experiencia y esté más trabajado, aun así, hay animales que no se logran encontrar, por diferentes causas: un tiro mal colocado, raspones, calentones de agujas, etc… Pero sí debemos tener claro, y animar a todas las orgánicas, que hay que buscar e intentar localizar esos animales heridos, por supuesto por ética, pero también por un interés económico tras la localización de ese animal, ya que será una pieza más que se podrá aprovechar. El que seguro que no se recuperará es el que no se busca.
Os dejo el enlace de AEPES, en el cual podéis encontrar más información y teléfonos de los delegados territoriales, que serán los que os busquen equipos de rastreadores para intentar localizar ese animal que se fue herido. ◆
https://aepes.es/buscas-un-rastreador-acreditado/
Abdón Cabeza de Vaca Molina
Agradecemos a la Revista Caza ExtrEmadura la posibilidad de publicar este artículo.
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